viernes, 2 de julio de 2010

CUERPO Y ALMA


Todo lo que nos rodea es indudablemente material. Nuestro cuerpo, formado por millones de partículas biológicas o células, puede ser tocado, ocupa un volumen, por lo tanto es también material.
El alma es considerada como algo inmaterial. Podríamos definirla como una entidad inmaterial e invisible que forma parte de algunos seres, indudablemente de los seres humanos. Sus características variarán, según la filosofía, tradiciones y creencias de los seres humanos.
En términos muy generales el alma o espíritu es considerada como un principio de vida interno que reside en todos los organismos vivos y que posibilita y regula tanto sus funciones fisiológicas como mentales.
Las almas actúan sobre los cuerpos y existen independientemente por lo que pueden separarse de ellos. Esta separación puede ser temporal, como ocurriría en los sueños, la enfermedad o en estados de trance ritual y posesión, o ser definitiva, produciendo la muerte. El alma es concebida en la mayoría de los casos como el soplo o aliento que posibilita la respiración y también como una especie de fuego o calor vital que se extingue en el momento de la muerte. En otras culturas el alma es considerada como la sombra o doble del cuerpo.
Tendemos a unir las expresiones cuerpo y alma constantemente, ¿pero sabemos realmente su significado?.El alma, se dice que manifiesta la verdadera razón de nuestra existencia, es nuestra conexión con Dios. Pero, eso es válido para quien cree en ello y… ¿para quién no lo cree?. El Alma es la sustancia de lo que verdaderamente somos, y quienes somos. El cuerpo refleja el aspecto material de nuestras vidas y el alma rodea nuestra parte espiritual. El cuerpo es guiado, primeramente a satisfacer sus necesidades físicas, y esto no es malo, pero asimismo tenemos que alimentar el alma, ya que es ella la que le da energía al cuerpo conduciéndole a hacer buenas acciones y ella es quien nos conecta con Dios.
El cuerpo se pasa la vida buscando su sustento material, como medio de supervivencia, unida siempre a lo terrenal, es decir a la Tierra. El alma busca lo efímero, el origen de nuestra existencia y el sentido de la misma. Asimismo, la parte terrenal o material es pasajera, mientras que la parte espiritual perdura para siempre. Podríamos considerarlo algo así como parte de nuestra personalidad.
Indudablemente hay muchas teorías al respecto, todas pueden ser válidas según la cultura y consideraciones de cada uno.
En la Edad Media, el cuerpo no tenía la importancia que hoy se le da. Todo el universo se centraba en torno a Dios, por lo que la espiritualidad era el fundamento de la existencia. Existía una intensa búsqueda de la experiencia directa con Dios, bien a través del éxtasis personal de la iluminación mística, o bien mediante el examen personal de la palabra de Dios en la Biblia. En ambos casos, la Iglesia orgánica —tanto en su tradicional función de intérprete de la doctrina como en su papel institucional de guardián de los sacramentos— no estuvo en disposición de combatir ni de prescindir de este fenómeno. Toda la población, laicos o clérigos, hombres o mujeres, letrados o analfabetos, podían disfrutar potencialmente una experiencia mística. Concebida ésta como un don divino de carácter personal, resultaba totalmente independiente del rango social o del nivel de educación pues era indescriptible, irracional y privada. Por otro lado, la lectura devocional de la Biblia produjo una percepción de la Iglesia como institución marcadamente diferente a la de anteriores épocas en las que se la consideraba como algo omnipresente y ligado a los asuntos terrenales. Cristo (para los católicos) fue tomado como modelo de imitación.
Los avances científicos que se han producido durante los últimos ciento cincuenta años sobre la estructura y el funcionamiento del sistema nervioso han puesto de manifiesto el papel rector que el cerebro ejerce respecto del resto del organismo. Todas las funciones orgánicas están reguladas por el cerebro y hay un permanente flujo de información entre los órganos y el cerebro.
La estructura del problema, sin embargo, sigue siendo básicamente la misma: ¿Son los procesos mentales distintos o idénticos a los procesos cerebrales? Si son idénticos, ¿cómo los procesos cerebrales producen los procesos mentales? Si mente y cerebro son realidades distintas, ¿cómo interactuan entre sí?.¿Es la mente lo mismo que el alma?
Sin embargo, aunque podemos dar un amplio recorrido a las distintas teorías, según modelos culturales e históricos, todavía nos queda mucho por conocer.
Si en la Edad Media el centro del Universo era Dios y todo lo referente al ser espiritual en la actualidad es todo lo contrario. Todo se centra en uno mismo y el cuerpo es ídolo de nuestro culto. Tratamos de querer conservarlo durante más largo tiempo y nos pasamos el mismo tendiendo a buscar la eterna juventud intentando paralizar nuestro reloj biológico, pasando por alto todas las teorías naturales.
Desde luego un alma sin cuerpo no tiene cabida en la Tierra, pero tampoco un cuerpo sin alma, ya que ese cuerpo es algo inerte, sin vida. Quien cree que ambas cosas existen, también afirma que cuando cuerpo y alma se separan, el cuerpo queda sin vida, pero el alma pasa a otra dimensión. Quien no lo cree, se centra en que cuerpo en sólo un ser biológico que cuando termina su existencia, queda enterrado en el olvido para siempre, no quedando más que el recuerdo de los seres que lo quisieron y nada más.
Pensar una u otra cosa es libre para nosotros, pero pensar que quizás la existencia de ese alma que sobrevive y perdura en el tiempo, puede llenar de esperanza a muchas personas que buscan un fundamento a sus existencias, muchas veces llenas de amarguras.