jueves, 4 de octubre de 2012

CÓMO INFLUYE LA LUNA EN NOSOTROS
El ser humano y la naturaleza tienen unos ritmos naturales que van imponiendo su propio orden, su propia evolución. No sólo el reloj y el calendario marcan nuestro tiempo, también existe un reloj biológico que marca nuestro devenir en la vida. La obsesión por el horario en un mundo frenético nos hace ignorar los relojes biológicos que se encargan de sincronizarnos con el cosmos.
En Astrología son los distintos planetas los que marcan esa evolución temporal que nos atañe como seres pertenecientes al cosmos y esa evolución comienza desde los planetas más cercanos a los más lejanos. La Luna representa la infancia; Venus, la adolescencia; Mercurio, la juventud; el Sol, Marte y Júpiter, las consecutivas etapas de la madurez, y Saturno, la vejez.
La Luna, que impera con su influjo en nuestra infancia representa la nutrición y alimentación, no sólo en el sentido físico sino también emocional. Es la etapa en la cual la alimentación será primordial para nuestro desarrollo posterior, así como la satisfacción de la necesidad de afecto que necesita un niño para su posterior crecimiento. Es una de las etapas más delicadas en la vida de una persona, pues los problemas que surgen en su entorno más cercano pueden afectar de forma inconsciente su futuro. Los impactos psicológicos recibidos durante estos primeros años se pueden transformar en traumas o complejos que marcarán su propio equilibrio y bienestar.

La Luna será nuestra carta astral, nos hablará de esas reacciones inconscientes, miedos, temores, o por el contrario, de sensaciones placenteras que, sin un sentido aparente, nos provocan determinadas emociones directamente relacionadas con la infancia.

La Luna, como más cercana a la Tierra ejerce una poderosa influencia sobre la naturaleza y nuestra psique, y conviene tener presente los distintos estados de la Luna en el cielo para adaptarnos a sus posibilidades y obtener de su influjo los mayores beneficios.
El carácter cíclico, enigmático y variable de la Luna asociado a la esencia femenina ha fascinado a los hombres desde siempre. Mientras que el Sol está asociado a la Masculinidad, La Luna es un símbolo de la mujer, responsable en muchos casos de los embarazos, asociando el flujo femenino con los periodos lunares, conocido en países como Francia o Alemania como la “Momento lunar o la Luna”.

Nuestros remotos antepasados identificaban a la Tierra con la Luna y otros pensaban que la Luna era un reflejo en la bóveda celeste de la Tierra. Su pálido y  enigmático reflejo ha hechizado a pensadores, poetas y enamorados. La noche de bodas y periodo posterior se conoce en muchas culturas como “luna de miel”, quizás en recuerdo de la costumbre que había en Babilonia de dar al novio durante un mes(una luna) cerveza con miel, o dejar una vasija con miel a la puerta de la alcoba durante la noche de bodas como hacían los Romanos.
Los estados anímicos, hormonales y los estados de excitación están bajo el influjo de la Luna. El poder magnético de la luna, al igual que las mareas, afecta a  nuestro Organismo  que  está compuesto de líquido en un 70%. Acentuándose en los Plenilunios y Novilunios en los que coincide la atracción del sol y la luna. Hasta tal punto es así que el insomnio o la locura están asociados a la Luna llena, llamándose vulgarmente “Lunático” a una persona loca. Muchos mitos, como los Licántropos con sus aullidos en las noches de luna llena y  los Vampiros, ha tenido en ella, una vinculación especial.


Esta alteración en nuestros estados emocionales tiene su explicación científica en los iones positivos, con que se carga la atmósfera, cuando la luna esta cerca de la Tierra, (Luna Llena). Esta mayor carga positiva provoca alteraciones en los sistemas respiratorios, nerviosos y hormonales de nuestro organismo provocando irritabilidad, letargo insomnio depresión, dolores de cabeza y una mayor propensión a los cólicos hepáticos y nefríticos. También se dice que la Luna Llena acelera el parto.

Los científicos tratan de descifrar la aparente relación, dando su coincidencia, entre los eclipses lunares y los terremotos que suceden, sin que aún hayan averigüado su verdadera conexión.

Lo que si es evidente es la influencia de la Luna en la Agricultura y la Ganadería. Los  Agricultores de todo el mundo han seguido desde siempre calendarios lunares, procediendo a la siembra, poda, trasplantes y recolección siguiendo las distintas fases de la luna (Luna nueva, cuarto creciente, luna llena y cuarto menguante). Así todas las plantas que crecen en altura y dan frutos deben ser sembradas, cuando la luna crece es decir, en cuarto creciente (tomates, pimientos, guisantes, habas, berenjenas), en cambio por el contrario las plantas que crecen bajo tierra o a ras de suelo es en cuarto menguante( lechuga, patatas, ajos, cebollas, rábanos, zanahorias, remolacha).
 Por su efecto sobre la savia, Los injertos mejor hacerlos en torno a la Luna Llena y las podas en Torno a Luna Nueva. La madera para la construcción se debe cortar en Luna Nueva o Menguante, dado que no tendrá tanta agua que evitando que al secarse se agriete.
Para cubrir un animal (vaca, yegua, oveja..) hay que hacerlo en cuarto creciente( bueno no Usted, no se vaya a animar, deje tal menester al  semental) de tal suerte que la descendencia saldrá mas fuerte y crecida que los concebidos en menguante. También dice que es mejor poner a incubar los huevos a una gallina en Creciente. La castración debe hacerse en Menguante, para que la herida sangre menos y el trasquilado en Luna Nueva para que crezca más. En cambio la matanza no ser hará en menguante para evitar que esté más dura y pierda peso.
Más evidente es la influencia de la Luna sobre el Clima. Su poder de atracción y la estabilidad que le da a las oscilaciones del eje gravitatorio (La inclinación del mismo de 23,5 º es la causa de las estaciones) de la tierra dan estabilidad a nuestro clima.


lunes, 1 de octubre de 2012

Goya

A partir de hoy, los visitantes del Museo del Prado podrán disfrutar del resultado de los trabajos de restauración realizados sobre 17 dibujos de Goya que no se podían exhibir ni siquiera puntualmente debido a sus delicados problemas de conservación. El conjunto incluye un dibujo inédito, 'Apunte del Real Observatorio Astronómico de Madrid', recientemente identificado en el reverso de 'La calle', una vista urbana de Madrid. El grueso de la selección corresponde a catorce dibujos preparatorios que Goya realizó a sanguina para la serie de estampas de los 'Caprichos', conocidos coloquialmente en el Museo como "caprichos amarillos" debido que, seguramente a finales del siglo XIX y con intención de protegerlos, fueron cubiertos con una capa de almidón que amarilleó con el paso del tiempo transformando su apariencia original e impidiendo su adecuada lectura. Se suman a estas restauraciones la realizada sobre una de las obras sobre papel más emblemáticas de Goya, 'Aún aprendo 1825-1828', citada de forma recurrente en la bibliografía del artista. La obra presentaba dos zonas con trazos de lápiz dañadas que han sido reintegradas de forma reversible, devolviendo al dibujo su verdadero sentido. Restauración Uno de los problemas de conservación más frecuentes en la colección de dibujos de Goya del Museo del Prado es la presencia de antiguos montajes que dañan la estabilidad del papel, provocando ondulaciones y amarilleos, o que impiden ver la hoja completa. En este caso, un segundo soporte adherido al dorso de 'La calle, h. 1800-1808' había ocultado la existencia de otro dibujo, que solo ha sido identificado con motivo de la revisión de la obra para la elaboración del nuevo sitio web alojado dentro de la página institucional del Museo dedicado exclusivamente a Goya. Tras separar el dibujo de su antiguo soporte se ha podido apreciar, entre un sello a tinta, dobleces del papel y restos de adhesivos, un boceto a sanguina con los volúmenes del recién construido Real Observatorio Astronómico de Juan de Villanueva en el parque del Retiro. Con su restauración, el Museo del Prado ha ganado un nuevo dibujo de Goya. Debido a un problema de conservación acaecido en una fecha indeterminada en la década de 1960, quizá un ataque biológico, dos zonas con trazos de lápiz quedaron dañadas, lo que generó unos extraños efectos lumínicos que impedían la correcta lectura del dibujo. Además, antiguos montajes, con un empleo de adhesivos inadecuados, habían provocado tensiones en el papel que generaban ondulaciones excesivas. Por todo ello, y para poder apreciar el verdadero sentido del dibujo, se ha procedido a reintegrar los trazos perdidos de forma reversible, con acuarela aplicada con un pincel muy fino y la ayuda de un microscopio, basándose en la documentación fotográfica anterior a los daños. Al mismo tiempo se han eliminado los segundos soportes y los adhesivos del dorso. Del medio centenar de dibujos preparatorios que el artista realizó a sanguina para la serie de estampas de los 'Caprichos' y que conserva el Prado, catorce fueron cubiertos, seguramente a finales del siglo XIX y con intención de protegerlos, con una capa de almidón. Con el paso del tiempo, y debido sobre todo a una exposición prolongada a la luz, esta capa amarilleó de forma que en algunos casos resultaba difícil distinguir los trazos rojos del lápiz en algunos dibujos, y por tanto su adecuada contemplación. El papel además sufría una sequedad excesiva, y en los dorsos, producto de sucesivos cambios de montaje, numerosos restos de adhesivos habían producido notables ondulaciones. Este deficiente estado de conservación motivó la decisión de restaurar los dibujos. Para ello se ha utilizado un método que, mediante humedad y por capilaridad, evitando en todo momento la inmersión del papel en agua, ha permitido retirar la capa de almidón. Asimismo se han eliminado los restos de adhesivos de los dorsos y se ha hidratado el papel para recuperar la flexibilidad perdida.