miércoles, 1 de septiembre de 2010

AL FINAL DE LA VIDA


AL FINAL DE LA VIDA

En el momento de nacer, una larga vida se nos presenta de cara, con sus amargos y dulces momentos y mientras la vivimos, parece que siempre vamos a estar igual, con la misma juventud, las mismas ganas de vivir y las mismas energías. Sin darnos cuenta, el tiempo nos va restando los días, y al mirar atrás, nos percatamos de que ya hemos dejado de ser niños, incluso la juventud se nos ha esfumado y somos unos ancianos a los que se les pasó la vida en un suspiro..
El envejecimiento de la población es un fenómeno relativamente nuevo en la historia de la humanidad. Aunque en el pasado, siempre han existido personas con una longevidad acusada, era más bien frecuente no sobrepasar los cuarenta o cincuenta años. Es un reto que hay que afrontar, en nuestros días es posible llegar a viejos y hay que envejecer correctamente. Sin embargo la vejez se contempla vulgarmente como una realidad que afecta a una parte de la población. Los viejos se configuran como una categoría independiente del resto de la sociedad.
Nos encontramos con distintas concepciones de vejez. Hay una vejez cronológica que en realidad se basa en la edad del retiro del ámbito laboral, entonces decimos que a partir de los 65 años se es viejo.
Existe una vejez funcional que utiliza viejo como sinónimo de incapaz o limitado. Esto es erróneo pues la vejez no significa incapacidad y hay que luchar con la idea de que el viejo es funcionalmente limitado.
La vejez como cualquier otra edad posee su propia funcionalidad, las barreras a la funcionalidad de los ancianos surgen con frecuencia de las deformaciones y mitos sobre la vejez más que de reflejos de deficiencias reales.
Pero si queremos encontrar una concepción de la vejez más equilibrada, podemos reconocerla como una etapa vital, basada en el reconocimiento que el transcurrir del tiempo produce efectos en la persona, la cual entra en una etapa distinta a las vividas anteriormente, semejante a otras etapas vitales como pueden ser la niñez, la adolescencia. La vejez constituye una etapa más de la experiencia humana y por lo tanto puede y debe ser positiva y de desarrollo individual y social.
La sociedad actual, materialista y consumista, ha puesto a la juventud y belleza en un pedestal, recluyendo al resto de las personas en un rincón del olvido. Apoyamos de forma inconsciente de que la vejez es sinónimo de fealdad, sufrimiento, dolor…etc. por lo que hay un creciente número de personas que se obsesionan con no parecer más mayores, olvidándose de su edad cronológica y recurren a métodos violentos, como la cirugía, para parecer más jóvenes.
La sociedad vive anclada en el parecer y aparentar, sólo se interesa por el estado y la apariencia física, olvidándose de la verdadera realidad. Es una sociedad frívola, que no valora las bases fundamentales de la vida, recluyendo la ancianidad y vejez como algo negativo que hay que esconder. Todos queremos vivir una larga vida, pero sin que ese paso de los años deje huella en nuestros cuerpos, como quien toma el elixir de la eterna juventud.
Sería más prudente, preocuparnos por nuestro enriquecimiento social, cultural y personal. Observar y concienciarnos de que el avance de los años en símbolo de sabiduría. Cuidarnos en nuestra juventud, para tratar de poder llevar una vejez más digna y sana, concienciándonos de que envejecer es parte de la vida y que es inviolable, lo mismo que nacer y morir.