viernes, 1 de enero de 2010

el final de los días


AL FINAL DE LOS DIAS

Nos pasamos la vida luchando y trabajando para formar nuestro camino. Múltiples tropiezos surgen a lo largo de él, de los que a duras penas, muchas veces nos levantamos, tambaleando pero contentos por habernos puesto de nuevo en pie y seguir adelante. De pronto, algo nos cambia la vida. Después de duras etapas, de largos recorridos y de días y noches llenos de sonrisas y de lágrimas, alguien nos dice que ya nos queda poco. Que el camino se termina…. Nuestras luchas llegan a su fin. La enfermedad invadirá nuestros días y necesitaremos el apoyo de la familia para llevar adelante la frustración de la ruta sin terminar…

El paciente en estado Terminal, es el que sufre una enfermedad cuyo fin será la muerte. Ha aparecido una enfermedad ya avanzada que no responde a ningún tratamiento, provocando un relevante choque emocional. La Medicina Paliativa será la encargada de llevar a cabo el tratamiento, tratando de ayudar a pasar esa última etapa con la mayor dignidad posible mediante una atención continua, individual e integral (control de síntomas, cuidado físico y personal, y apoyo psicológico y emocional) que cubra todas sus necesidades psíquicas, físicas y espirituales.
La familia también necesitará ayuda para poder afrontar la enfermedad del familiar formando parte activa de su evolución.
Los cuidados físicos requerirán paliar el dolor, estreñimiento, náuseas, vómitos, insomnio, anorexia, etc…así como los cuidados psicológicos que pasarán por distintas etapas:
Shock, produciendo un bloqueo, al tener comunicación de la noticia.
Negación, de su propia realidad.
Cólera, sintiendo rabia, enojo, enfado, se pregunta por qué le ha ocurrido a él.
Negociación, empieza a negociar con las creencias, a tratar de encontrar una explicación a la vida, a la búsqueda de algo más allá de la vida, del sentido de la existencia.
Depresión, por la aceptación de la muerte, como algo irremediable y sin vuelta atrás. Algo necesario para elaborar el duelo.
Aceptación, el sentimiento de depresión desaparece. Se siente preparado para afrontar la muerte y es entonces la familia quien necesitará de ayuda para superar y afrontar la situación.
La familia será un elemento clave en la atención de la persona. Las directrices de la atención que la familia necesitará irán encaminadas hacia el soporte emocional y la comunicación. Ello disminuirá el estrés familiar, aumentará la participación y satisfacción, aportará confianza mutua y reforzará las relaciones y colaboración entre el Centro de Día y la familia. La relación de ayuda será fundamental, entre el personal del Centro Sanitario, el usuario y la familia. Habrá que prestar especial atención cuando llegue el síndrome de “burn out”, que es el desgaste o agotamiento que consiste en la pérdida de la autoestima acompañada del desánimo y tedio diario, la despersonalización y la reducción de la capacidad personal.
Por eso, cuando uno es conocedor de que en su alrededor, alguien está viviendo una situación así, es cuando la persona se da cuenta de que es necesario vivir el presente, disfrutando del día a día, sintiendo que para alcanzar la felicidad diaria no es necesario ser poseedor de grandes patrimonios ni posesiones materiales. Ante una situación donde a uno le comunican que su vida llega a su fin, ya no hay bienes materiales que puedan pagar el poder dar tregua al destino y alargar su existencia unos pocos años más.
Es entonces cuando nos damos cuenta en el sumo engaño en el que vivimos, tratando muchas veces de dar culto al materialismo, pasando por alto algunos de los tesoros que poseemos y no valoramos. La salud. Hasta que no tenemos falta de ella no nos percatamos de que poseerla en su pleno estado, es el mejor de los regalos que la vida nos puede dar. ¡Cuántos viven conformes con sus condiciones de minusvalías, tratando de ser felices, ante una sociedad que los encasilla! Algunas personas,especialmente aquellas que trabajan de cara al público o realizan actividades artísticas, viven obsesionadas por la apariencia de la eterna juventud, tratando de robarle al tiempo lo que es evidente, ya que no podemos detenerlo. La muerte les llegará como a todos, y viven parcheándose continuamente y olvidándose de lo más importante, el interior de uno mismo. Nos olvidamos a menudo de cultivar ese interior, importantísimo para ser feliz y disfrutar de esos instantes de felicidad, que todos sabemos que pueden esfumarse en un segundo, como espuma que dura unos instantes y después se desvanece.
Y hasta que la dama de la guadaña no pisa nuestros talones no reflexionamos. La sociedad que por un lado ha avanzado cuantiosamente, en cuanto a lo científico, al concepto de la vida, a las habilidades humanas; por otro, parece haber retrocedido a tiempos prehistóricos en cuanto a valores humanos. Dejamos que nuestros jóvenes valoren más a las personas por lo que tienen, que por lo que son. Viven inconformes y aún teniéndolo todo, no se sienten realizados. La razón es bien sencilla, nuestra condición humana nos hace hambrientos de todo aquello que estamos dejando perder: el civismo y los valores espirituales. No es necesario que uno tenga creencias religiosas de ningún tipo, simplemente con reflexionar sobre la ética y los valores fundamentales del ser, es suficiente. Encasillándonos como seres simplemente biológicos, que nacen, crecen, satisfacen sus necesidades lo mejor posible, se reproducen y mueren, no es suficiente. Es necesario no sólo crecer físicamente, sino en otros sentidos. Sólo si somos realistas, somos conscientes de lo que realmente importa, la mitad de cada uno de nosotros, es la mitad de cada uno de otro de otra parte del planeta.
El vivir con una filosofía nueva, es vivir en paz consigo mismo, ser feliz con más intensidad y probablemente el mundo cambiaría. La crisis que hoy vivimos, no es más que el producto de nuestros errores. Los gobernantes, hacen las leyes, las ejecutan y gobiernan, el ciudadano elige a esos gobernantes y deja hacer, si no estamos de acuerdo con sus acciones, entonces es cuando debemos actuar, no dejar que las cosas se hagan por si mismas porque no es así. Todos somos culpables de la situación en la que el mundo se mueve. Si los gobernantes son corruptos es porque nosotros lo consentimos, si el dinero es manipulado y fluye entre personas sin ética, es porque les dejamos hacer.
Cerremos los ojos y pensemos por un momento, qué podemos hacer por cambiar. Así estaremos preparados para poder afrontar el momento en el que el camino recorrido llega a su fin.

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