domingo, 6 de marzo de 2011

LA PERSECUCION DE LOS CREYENTES


LA PERSECUCION DE LOS CREYENTES

En los últimos años, se está cultivando una tendencia, recordando en unos casos a tiempos del pasado, donde personas que profesaban una determinada religión eran perseguidas hasta morir por no profesar la religión o creencias que en épocas determinadas eran impuestas. Ahora, en pleno siglo XXI está ocurriendo lo mismo, pero quizás en sentido contrario. Se tiende a la laicidad, o eso es al menos lo que muchas naciones quieren pretender y se persigue a todo aquel que tiene una determinada creencia religiosa y es además practicante. Es el caso de la religión católica, la cual, como si el tiempo quisiera pasarle factura está siendo acosada sin tregua por muchas ideologías sociales o políticas, las cuales pretenden erradicarla del planeta como sea.
Numerosos cristianos han sufrido persecuciones por parte de no cristianos e incluso de otros cristianos de creencias diversas o más o menos estrictas durante la historia del Cristianismo. Tal persecución admitía varios grados, desde el arresto sin garantías, la mengua de derechos públicos, el encarcelamiento, el azotamiento y la tortura, la ejecución, llamada por ellos martirio, pasando por el pago de un impuesto suplementario (como el caso de los mozárabes), la confiscación de sus bienes o incluso la destrucción de la sus propiedades, su arte, sus libros y sus símbolos o la incitación a abjurar de sus principios y delatar a otros cristianos.
Según diversos estudios, en el siglo XX habrían sido asesinados unos 45 millones de cristianos.
En España, desde 1934 a 1939 (periodo que va desde la revolución de octubre hasta la Guerra civil española) se contabilizan alrededor de 10 mil católicos (sacerdotes, religiosos y laicos) asesinados por motivos religiosos. Esta persecución, por su intensidad, ha podido ser calificada la mayor de toda la historia del cristianismo:
En muchos países musulmanes hay en marcha desde hace tiempo un gran movimiento de acoso y persecución de los cristianos por parte del islamismo violento. Esta «persecución de masas en toda regla», como la ha calificado Bernard-Henri Lévy, cuenta a menudo con la complicidad de los aparatos administrativos. Este 2011 lo empezamos con la matanza de Alejandría, en Egipto, donde murieron 21 personas y unas 80 más resultaron heridas.
Pero lejos de acontecimientos históricos y matanzas en masas, tenemos el día a día de España. Un país bautizado como estado laico por el Gobierno Socialista, donde existe una gran mayoría de población considerada católica y católica practicante, está siendo sometido a las mayores humillaciones de la historia. No se permite la exposición de crucifijos en las escuelas, incluso en lugares y habitaciones cerradas de las mismas, donde hay poco acceso al público. Una dictadura anticlerical donde todo símbolo religioso está prohibido se ha apoderado de la mentalidad de este país. Se han reducido considerablemente las subvenciones y donaciones destinadas a la Iglesia y sí aumentado a otras religiones que han venido de otros países hace pocos años, de las cuales, ningún español se siente identificado, es más, siente bastante pudor a relacionarse si quiera con ellas por su alto grado de intolerancia.
Una persona creyente en algún tipo de creencia religiosa, sobre todo la católica, es considerada una persona retrógrada, sin cultura y de ideologías conservadoras y no siempre son las cosas así. Se vive en un ambiente totalmente intolerante hacia todo lo que sea moral y espiritual y se tiende a consentir todo lo contrario, es decir, la vida mundana, el materialismo y la no ética. Se consienten comportamientos que se escapan del buen hacer y está bien visto todo lo que sea frivolidad y permisibilidad del mal.
Necesitamos un cambio de mentalidad, de personalidad y de personas que rijan el mundo en una mayor tolerancia, saber hacer y sacrificio. El respeto a los demás se ha perdido en este país de pandereta y castañuelas y hemos perdido verdaderamente el “Norte” de nuestra real identidad.

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