jueves, 14 de julio de 2011

ESA PALABRA LLAMADA IGUALDAD


ESA PALABRA LLAMADA IGUALDAD

La palabra igualdad puede abarcar muchas cosas: igualdad social, igualdad entre hombres y mujeres, igualdad matemática, etc… La igualdad entre hombres y mujeres es uno de los principios fundamentales del Derecho comunitario. Los objetivos de la Unión Europea (UE) en materia de igualdad entre hombres y mujeres consisten en garantizar la igualdad de oportunidades y de trato entre ambos sexos y en luchar contra toda discriminación basada en el sexo. En este ámbito, la UE ha aplicado un doble enfoque que engloba acciones específicas y la integración de la perspectiva de género. Esta cuestión presenta, asimismo, una marcada dimensión internacional en lo tocante a la lucha contra la pobreza, el acceso a la educación y los servicios de salud, la participación en la economía y el proceso de toma de decisiones, y la equiparación de la defensa de los derechos de la mujer con la defensa de los derechos humanos.

Refiriéndonos a este tipo de igualdad, en Occidente, los pasos han sido gigantes en cuanto a consecuciones sociales y personales de este tipo. Pero lejos de todo prototipo, diremos también, que quizás, en algunos ámbitos sexistas y feministas, se puede estar llegando a una obsesión abusiva en cuanto a este respecto, es decir, tanto se pretende luchar por esa igualdad, que se está logrando una “desigualdad”, a favor de una parte.

Muchas veces escucho a muchas mujeres que se pasan la vida quejándose de lo que hacen y dejan de hacer, pero yo entonces me pongo a pensar en aquellas otras, residentes en otras partes del mundo, donde no tienen ni siquiera opción en decidir sobre sus vidas. Aquellas donde sus progenitores deciden con quién se deben casar, que son sometidas a salvajes ritos sexistas, o incluso que tienen que trabajar siendo niñas en abusivos trabajos dentro y fuera del hogar. Son relegadas a los estereotipos que marca su propia sociedad y cultura y que darían cualquier cosa por hallarse entre las mujeres occidentales. ¿No será que tanto que tenemos en Occidente nos hace ser “ciegos” de nuestra propia fortuna?
Es bonito pensar en la igualdad, incluso se han creado asociaciones y concejalías en todos los Ayuntamientos, tratando de fomentar ese preciado trato igualitario entre hombres y mujeres, pero también debemos reflexionar que podemos estar creando nuestra propia esclavitud. Las mujeres occidentales del siglo XXI debemos reunir una serie de requisitos que esa sociedad que reconoce la igualdad nos está imponiendo. Para ser moderna, hay que trabajar fuera de casa, si no, no nos sentimos realizadas. Ser ama de casa hoy en día está mal visto ante los ojos de muchos, te tachan de “Maruja” o de vaga. También hay que tener un determinado nivel cultural, para ser considerada una mujer integrada en la sociedad moderna, cumplir unos requisitos estéticos, ser esposa cumplidora y madre estupenda, ayudar en los deberes de tus hijos, tener la casa impecable y además trabajar fuera de casa. Al llegar la noche, aunque te sientas desfallecida, hay que tener buena cara y humor para que cuando te sientes en el sofá ante el televisor, junto a tu pareja, tengas ganas de escuchar al otro y hacer de psicóloga y compañera. En fin, que quizás, tanta exigencia, nos está haciendo esclavas de nuestro propio destino.

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