sábado, 1 de agosto de 2009

Matar ¿con que fin?


Las fuerzas de seguridad «siguen ya los pasos» de los terroristas que el jueves asesinaron a dos guardias civiles en la localidad mallorquina de Calviá, afirmó ayer la vicepresidenta primera del Ejecutivo, María Teresa Fernández de la Vega. La primera hipótesis, según el delegado del Gobierno en Baleares, Ramón Socías, era la de que los responsables del atentado debían permanecer aún en la isla refugiados en un piso franco, a la espera de que la situación «se enfríe». Los avances en la investigación indicaron después que la bomba-lapa empleada no fue activada a distancia sino que llevaba un temporizador, por lo que los terroristas habrían tenido tiempo de huir horas antes de que hiciera explosión. Aun así, las fuerzas de seguridad han extremado los controles en puertos y aeropuertos a fin de evitar su hipotética salida.
El Ministerio del Interior ha distribuido fotografías de seis presuntos miembros de ETA a fin de recabar la colaboración ciudadana. Se trata de dos mujeres y cuatro hombres huidos de la justicia. Entre ellos se encuentra Iratxe Yáñez, condenada a prisión en 2003 por su vinculación con el aparato de captación de la banda; Oroitz Gurrutxaga, uno de los 22 miembros de Segi procesados por el juez Fernando Grande Marlaska este febrero por considerarlos «cantera» de ETA, e Iván Saez de Jáuregi, relacionado con un comando de información.
La relación entre estos sospechosos de terrorismo y la ofensiva lanzada contra la Guardia Civil esta semana, en la que la organización cumple 50 años de macabra existencia, está sin determinar. Fernández de la Vega alegó que es «prematuro» aventurar interpretaciones y se negó también a hacer una lectura de la capacidad operativa demostrada por la organización justo cuando los continuos golpes policiales habían animado a José Luis Rodríguez Zapatero a afirmar, hace apenas unas semanas, que, sin menoscabo de su capacidad de hacer daño, está «más débil que nunca».
Todo indica que los terroristas dirigen ahora su violencia contra las estructuras de Seguridad del Estado en un intento de demostrar su fragilidad. Fuentes gubernamentales admiten que es probable que los miembros de los cuerpos policiales hayan relajado las medidas de seguridad personal, especialmente en zonas poco conflictivas.
De ahí la llamada del presidente del Gobierno, tras la muerte de Carlos Sáenz de Tejada y Diego Salvá Lezaun, para que redoblen la vigilancia y «se protejan». La Unión de Oficiales de la Guardia Civil dirigió una carta a Interior en la que afirma que es necesario abrir una «reflexión sobre las medidas y protocolos de seguridad que se aplican en el ámbito de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad». Y también el delegado del Gobierno balear reconoció que quizá sea necesario examinar los procedimientos empleados. «Todos somos conscientes de que, a pesar de que (en Baleares) nunca habíamos tenido un atentado con muertes, teníamos que seguir vigilando porque esto no nos evita ser posibles dianas y, por desgracia, se confirmó este hecho», dijo. De la Vega subrayó, aun así, que el Ejecutivo mantiene intacta su confianza en la «magnífica profesionalidad» de Policía y Guardia Civil. La vicepresidenta rechazó también la idea de que la protección de las casas cuartel, como la que fue atacada en Burgos en un intento de «masacre indiscriminada», esté desatendida. Recordó que este año se han dedicado cerca de 200 millones de euros a infraestructuras destinadas a reforzarla. «Sabemos que nunca es suficiente porque los terroristas siempre aprovechan cualquier resquicio, pero nuestro compromiso es total y absoluto», dijo.
Ni un «arañazo»
El Ejecutivo no oculta su consternación, pero De la Vega aseguró que lo ocurrido no ha producido ni un mísero «arañazo» en su determinación para luchar contra los terroristas hasta «hacerlos desaparecer a ellos y a sus infraestructuras». «Nos causarán dolor, pero acabaremos con ellos -insistió- no sólo porque somos más y estamos juntos sino porque de nuestro lado está la fuerza del Estado de derecho».
Entretanto, Palma sigue siendo una ciudad fuertemente custodiada y vigilada. Se mantienen los «controles exhaustivos» en todas las salidas de la isla, a la espera de la llegada hoy de los Reyes. La actividad en el aeropuerto de Palma, que el jueves estuvo dos horas cerrado al tráfico, va recobrando poco a poco su ritmo habitual, si bien persisten los retrasos en los vuelos.

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